Traducido al español por StSassa
Son un poco pasadas las 9 de la mañana y, por primera vez, Arthit está levantado.
Se observa en el espejo del tocador de su habitación de hotel, jugando inquieto con un mechón de cabello. Me veo como un maldito pingüino, piensa, aunque debe admitir que en definitiva este es un progreso a su habitual atuendo para las fiestas.
Respira profundamente, enderezándose y echando los hombros hacia atrás, arrastrando los pies y sacudiendo con nerviosismo sus manos sudadas. Es cuando está arreglando su corbatín que oye un suave toque a la puerta.
Suspirando, ve a través de la mirilla de la puerta. Es Knot.
—Hey —dice, abriendo la puerta para dejarlo pasar.
—Cielos, viejo, te ves listo para la alfombra roja.
—La única alfombra roja por la que caminaré será la que esté cubierta con mi propia sangre luego de desangrarme y morir por la ansiedad.
—Te vas a casar, no a castrar. Respira y mantente hidratado —señala la botella de agua en la mesa. —Pero no mucho o querrás ir a orinar a la mitad de la ceremonia.
—Mierda, ¿y si tengo que ir a orinar durante la ceremonia? —Arthit chasquea la lengua y baja la botella antes de siquiera tomar un trago.
—De acuerdo, deja de darle vueltas y bebe quizá sólo un tercio de la botella. Además, sólo serán tus padres y amigos más cercanos. Has hecho cosas más vergonzosas que orinarte en los pantalones frente a nosotros.
—M dijo en el chat grupal que ya hay paparazis fuera del hotel —gruñe. —¿Cómo es que lo saben esos fotógrafos? Literalmente organizamos esto en una semana y les dije como a… 20 personas.
Toma asiento en la silla de la mesa, tocando nerviosamente el cuello de su camisa y exhalando con aspereza.
—Deja de tocarlo. Se ve bien. Y hablando de la prensa sensacionalista, Twitter sigue abarrotado de videos de su gran momento en el Songkran. Ya eres viral —Knot esboza una sonrisilla, leyendo cada encabezado mientras se desplaza por su inicio.
Pelea y haz el amor: La mojada y candente propuesta de Arthit.
—¿Es esa de una revista para adultos?
La calma después de la tormenta: el escabroso compromiso de Arthit y Kongpob.
¿Son esas campanas de boda? No, sólo es Arthit gritando.
—No estaba gritando. Sólo… estaba emocionado.
¡Lástima, señoritas! ¡La pareja más linda de Tailandia hace *sonar las campanas* de año nuevo!
—Ugh, siempre hay uno con un chiste malo…
¿Serías mi mald*to esposo, Kong?: La furiosa propuesta de Arthit. ¡Haz clic para ver el video!
—Eres un romántico sin remedio, Arthit. Oh, el siguiente es mi favorito.
¡Arthit le pide al heredero de Siam Polymer ser su “maldita esposa”!
—Ah, vete a la mierda —Arthit le arroja un paquete de pañuelos.
Knot lo esquiva, aún riendo mientras sigue leyendo detenidamente cada comentario gracioso.
—Al menos las personas en los comentarios están felices por ustedes.
—Como sea.
—Hablando de felicidad, esto —alcanza el interior de su saco y le ofrece a Arthit un pequeño sobre blanco— es de tu esposo, el príncipe de Disney en persona.
—No es mi esposo aún.
—Sólo toma la maldita cosa —Knot gira los ojos. —Iré abajo para asegurarme de que tu mamá no le ha jalado las orejas a Bright. Te veo en un rato.
Arthit vuelve a quedarse solo en la habitación. Toma el sobre color marfil, que por el frente tiene escrito algo en la prolija caligrafía de Kongpob:
Para mi sol
—Empalagoso —murmura para sí mismo mientras saca la carta y la desdobla.
Domingo 19 de abril de 2026
Mi querido P’Arthit:
La primera vez que te escribí una carta de amor, te agradecí por tu gentileza, por cuidarme siempre y por hacerme sonreír en los días que de otra forma serían ordinarios. Te prometí hacerte mi mayor prioridad y amarte para siempre.
Pude tener sólo 19 años en ese entonces, pero pensándolo bien, si yo mismo lo dije entonces realmente sabía de lo que estaba hablando. No pongas los ojos en blanco (sé que lo estás haciendo), porque es verdad. Me preguntaste por qué sigo contigo después de todos estos años, y si vamos a pasar juntos el resto de nuestras vidas, de verdad quiero que lo sepas. Pude haberte dicho que te amo ya un millón de veces, pero quizás he fallado en hacerte saber con exactitud lo que amo de ti y por qué.
—Te gusta mi trasero nada más —Arthit esboza una sonrisilla.
Porque sí, me gusta tu trasero. Es muy blanco y lindo.
—¿Cómo…? Uy, no importa.
Pero ya hablando en serio, amo quien me haces ser. Te amo porque no me ves de la forma en que todos lo hacen. Crecí con gente enseñándome que debía ser de cierto modo, siempre perfectamente cortés y a poner mi trabajo como mi prioridad, a alzar la voz por aquellos menos afortunados y a mantenerme disciplinado y concentrado todo el tiempo. Desde una edad temprana, todos a mi alrededor me han visto como alguien que nunca comete un error, alguien educado y refinado, alguien heroico e irreal que viene de una familia adinerada.
Siempre creí que así eran como debían ser las cosas, y por un largo tiempo creí que así era como yo debía ser. No me importaba lo que quería. Me mantuve callado y reservado, haciendo todo lo que los demás esperaban de mí, adaptándome a sus expectativas de la que se suponía que era mi imagen perfecta.
Y entonces te conocí. Conocerte fue como ponerme al fin un par de lentes luego de años de vagar entre las borrosas reglas del mundo a mi alrededor. Desde el primer momento que nos encontramos, tú me hablaste como si yo fuera alguien más, como si no fuera especial por defender mis principios rígidos. Me regañaste y me hiciste hacer sentadillas y correr por la pista, me llamaste un fastidioso y un presumido. Nadie antes me había dicho que estaba equivocado, ni me habían retado a pensar de otra forma a la que fui criado, ni intentado arruinar mi especiero.
—Tú y tu maldito especiero…
Tú me hiciste romper todas las reglas, cometer toda clase de bellos errores y hacer todo aquello que nunca creí que eran opciones. Me hiciste querer cosas para mí mismo que nunca creí que podría tener, y por primera vez hiciste que me importara algo. Si no fuera por ti, yo nunca habría probado el tom yum, o ser hazer, o ir a estudiar al extranjero o tener las agallas para presentar mis ideas poco ortodoxas a la empresa. Nunca habría hecho contigo tantas cosas innombrables en nuestros dormitorios… o viceversa.
—¡Pequeño diablillo!
P’Arthit, tú me haces sentir como la mejor y más real versión de mí, y me has hecho empezar a amar cosas de mí mismo que ni siquiera sabía que existían. Tú me haces sentir tan… vivo. Siento que al fin puedo respirar cuando estoy contigo.
Así que sí, sé que me amas. Siempre lo he sabido. Lo siento tan profundamente. Nunca he necesitado que hagas las mismas cosas. No necesito flores, ni reservaciones para cenar, ni fuegos artificiales, ni siquiera un anillo para querer pasar el resto de mi vida contigo. Yo quiero llegar a casa y avergonzarte con cumplidos, burlarme de los reality shows contigo, comer pollo frito contigo en medio del tráfico de las festividades, escaparme de abrumadoras fiestas contigo, convertirme en un ermitaño y comer pizza en cama contigo y frotar tu espalda cuando estés vomitando al día siguiente. Quiero discutir contigo por pequeñeces, luego besarnos y reconciliarnos, sabiendo que hemos crecido juntos. No, no eres perfecto y yo tampoco lo soy, pero aun así te quiero. Lo quiero todo.
Una lágrima escapa del ojo de Arthit, cayendo en la hoja. Se siente cálido, sólo cálido, porque por primera vez, su amor se siente comprendido. Recibido, aceptado, atesorado.
—…iugh.
Cada día me sorprendes más con tu manera única de expresar tu amor. Estaba tan seguro y aterrorizado al pensar que me dejarías durante el Songkran y no tienes idea del alivio que sentí cuando fue completamente lo opuesto. Sé que casi nunca me dices lo que estás pensando y lo entiendo. Ambos tenemos mucho por desentrañar y sé que no será sencillo, pero para siempre es un largo tiempo y yo soy todo oídos.
Te amo, mi sol, y quiero que también te ames a ti mismo. Confía en mí cuando te digo que eres más que suficiente para mí. Ahora date prisa, trae para abajo tu lindo trasero y cásate conmigo antes de que Bright accidentalmente intente coquetearle a mi sobrina menor de edad.
Tuyo, por siempre y para siempre,
Kongpob
Arthit sonríe y guarda la carta de regreso en el sobre, dejando este sobre la mesa. Sigue un poco con los nervios a flor de piel, pero sabe que con Kongpob a su lado, bueno, a la mierda el miedo. Él enfrentaría con valentía todas las preocupaciones en este mundo a cambio de una vida de felicidad.
Una pequeña caja aterciopelada ha estado cuidadosamente guardada en el bolsillo de Arthit desde esta mañana.
Hoy día, al fin podrá dársela a Kongpob.
F I N
Traducido al español por StSassa